Comentario
Volviendo al corazón del Imperio, interesa detenernos en el tipo de iglesia monástica, pues es sabido que sirvió de modelo a las organizaciones parroquiales y episcopales. Nunca era demasiado grande y muchas veces era pequeña, porque no había de servir a un público numeroso -en el siglo XI, una congregación de más de ocho miembros se consideraba grande- y desde el punto de vista de la jerarquía eclesiástica, la tendencia era más bien a construir numerosos santuarios de ámbito menor.
Paralelamente, el ritual oriental favoreció cada vez más las iglesias pequeñas. La evolución de la liturgia en Oriente había asignado la naos casi exclusivamente al clero, mientras que los fieles se colocaban en los pórticos laterales, en el nártex o a cielo abierto, como todavía se hace hoy en Grecia. Esta idea se veía reforzada por el papel asignado a la decoración figurada, concebida para ser expuesta dentro del espacio más reducido posible.
Santa Sofía era tan enorme que muchos de sus detalles eran invisibles para los fieles situados a nivel del suelo. Desde allí no podían ver la tribuna con sus retratos imperiales; y las figuras en mosaicos de obispos canonizados, representadas en lo alto de los muros norte y sur, debajo de la cúpula, aun siendo colosales, sólo serían claramente visibles para quien tuviera muy buena vista. Baste recordar a este respecto que la Theotokos de Hosios Lukas o la Fenari Isa Camii de Constantinopla, cuentan con una superficie interna de 115 metros cuadrados cada una de ellas, cuando la de Santa Sofía de Salónica mide casi 900 metros cuadrados; incluso una de las consideradas más grandes, el katholikon de Hosios Lukas, sin incluir el nártex, no llega sino a los 270 metros cuadrados.
Así pues, lo pequeño, lo íntimo, lo sutil, son conceptos fundamentales en la arquitectura bizantina de esta etapa que supo encontrar, al margen de otros experimentos, el tipo de planta adecuada para expresarlos: la denominada planta de cruz inscrita.
La estructura de esta planta es como sigue: una cruz de brazos iguales se inscribe en un cuadrado. La intersección de los brazos está coronada por una cúpula cuyos empujes laterales se contrarrestan con bóvedas de cañón o semicúpulas en los brazos de la cruz, mientras, a su vez, los empujes de éstas quedan absorbidos por los muros que se ciñen los cuatro tramos de esquina, alojados en los ángulos de la cruz.
El resultado era un edificio de admirable lógica geométrica -Runciman-. Empujes y contraempujes se controlaban unos a otros. No había necesidad de contrafuertes y la propia cúpula podía sostenerse sobre cuatro esbeltos pilares, incluso sobre columnas, dejando el interior completamente diáfano gracias, además, a la colocación del ábside y las dos cámaras que lo flanqueaban en el muro oriental, equilibrado con la ayuda del nártex en el lado occidental.
Se ha querido ver el origen de este tipo en la Nea Ekklesia, como la llamó significativamente su mecenas Basilio I. Consagrada en el año 880, desapareció en el siglo XV, pero las descripciones medievales permiten hacernos una idea de su extraordinaria belleza.
La "Vita Basilii", escrita y supervisada por Constantino VII, relata cómo el emperador "ofreció a Cristo, el Novio inmortal, esta iglesia, adornada como una novia con perlas y oro, con plata brillante, con variados mármoles de tonos distintos, con composiciones de teselas de mosaico y vestida de teselas de seda. Su techo, que consiste en cinco cúpulas, resplandece con el oro y con las imágenes, bellas como las estrellas, en tanto que el exterior está decorado con cobre que parece oro. Los muros, a cada lado, están embellecidos con costosos mármoles de muchas tonalidades, mientras que el santuario está enriquecido con oro y plata, piedras preciosas y perlas.
La pantalla que separa el santuario de la nave, incluyendo las columnas que forman parte de él y el dintel que está sobre ellas; los asientos que están en el interior -del santuario- y los peldaños que están delante de ellos, y las mismas mesas santas, todo está cubierto de plata bañada de oro, de piedras preciosas y perlas costosas. En cuanto al pavimento, parece estar cubierto con telas de seda de artesanía sidonia: ya que hasta ese punto ha sido adornado por completo con lajas de mármol de colores distintos, encerrados por franjas de teselas de aspecto variado, unidas con gran perfección y llenas de elegancia".
Continuando la lectura del texto, puede colegirse que la naos estaba precedida por un atrio en cuya zona abierta había dos fuentes y cuyas paredes estaban revestidas de mármol. Dos pórticos, con columnas y bóvedas de cañón, corrían junto a los costados de la iglesia y se extendían por detrás, cerrando un largo patio que llegaba hasta el campo de polo del palacio.
La Nea, admirada por todos, estaba destinada a ejercer una influencia duradera. No es extraño pues que en Constantinopla, una media docena de iglesias, entre los años 900 y 1200, muestren afinidad con ella, tanto en la planta como en el estilo y detalles. Así ocurre en la iglesia del lado norte del monasterio de Lips -Fenari Isa Camii- erigida por el patricio Constantino Lips y consagrada el año 907 en presencia del emperador León VI; lo mismo cabe decir de la Myrelaion -Bodrum Camii- identificada como recinto funerario de Romano I Lecapeno y construida hacia el año 920.
Ambos edificios son pequeños -la naos de la Bodrum Camii mide 10,50 por 8,80 metros y 13 por 9,50 metros la Fenari Isa- y todas las partes se comunican entre sí mediante altos arcos o puertas abiertas en nichos. El acabado es sólido, sutil y variado. El tambor central y los tambores ciegos en los tramos de las esquinas, dan vida a la silueta exterior; las cornisas son vigorosas, los nichos y absidiolos se curvan con delicadeza y las ventanas varían de óculos a vanos simples, dobles o triples.
Casi toda la decoración ha desaparecido, pero los restos conservados ponen de manifiesto su extraordinaria riqueza y calidad. Se han conservado algunas placas del revestimiento de mármol de las paredes de Fenari Isa, que junto a los elementos esculpidos, labores de terracota -de aquí procede el icono de Santa Eudoxia- y azulejos esmaltados reflejan el carácter culto y refinado del arte de esta época. Vestigios de mosaicos son todavía visibles en las bóvedas de la Bodrum Camii.
El atractivo de este tipo hizo que fuese adoptada como modelo para la Panagia Chalkeon, dedicada en 1029 a la Madre de Dios y la primera iglesia de esta época conservada en Salónica. Hecha de ladrillo, los muros externos están fuertemente acentuados por pilastras, ménsulas y contrafuertes semicilíndricos que recuerdan los de la Bodrum Camii. Ahora bien, los muros, en lugar de abrirse en grandes vanos arcados como en Constantinopla, están calados por pequeñas ventanas siguiendo el uso griego y la fachada tiene una poderosa articulación: tres arcos enormes arrancan de semicolumnas, abrazando las ventanas altas y bajas de la tribuna del nártex. Por último, los cimborrios de tres cúpulas sobresalen por encima de los tejados.
También fue importada la planta de cruz griega inscrita para la iglesia de la Theotokos del monasterio de Hosios Lukas en la segunda mitad del siglo X; se le añadieron elementos propios y el resultado fue un prototipo que iba a moldear durante largo tiempo la arquitectura bizantina media en Grecia. Recuérdese el tratamiento que recibe el exterior, de notable riqueza y colorido, aunque las líneas interiores siguen siendo sencillas y las paredes delimitan claramente el interior con ventanas escasas y estrechas.